Persefone (Proserpina para los romanos) era hija de Demeter (la diosa Madre Tierra) y de Zeus. Persefone vivía feliz, despreocupada, bajo la atenta mirada de su sobreprotectora madre. Nada hacía suponer que algo malo pudiera ocurrirle algún día, no siendo hija de la Madre Tierra en persona. Mas sin embargo, sucedió. Hades, dios del Mundo Subterráneo y de los muertos, vió a la bella muchacha en aquel prado y se enamoró de ella. Tomo su carro y subió a la superficie para raptarla y llevarla con él al Inframundo. Persefone sufrió al ser separada de su adorada madre, de quien nunca se había alejado en la vida. Y Demeter la busco por cada rincón de la Tierra, negándose incluso a realizar sus labores de diosa de las cosechas y amenazando al mundo con la hambruna si su hijita del alma no aparecía. Persefone, por su parte, había habitado en su bonito prado, inconsciente de su atractivo sexual. Se sintió asustada, desconcertada y casi amenazada al ser deseada por un hombre por primera vez. El Inframundo se le antojaba además un lugar frio, gris y triste, donde le era muy difícil ser feliz. Sin embargo, un día llego allí Hermes, mensajero de los dioses, quien dijo a Hades que Zeus ordenaba que dejara ir a la muchacha. Este, no queriendo desobedecer al Señor de los Dioses, dejó partir a Persefone. Pero antes, le ofreció unos granos de granada, que ella comió voluntariamente y de buen grado. Cuando Persefone regresó con su madre, esta le pregunto angustiada si había comido algún alimento mientras estaba en el Inframundo. Ella mintió por primera vez, diciendo que aquellos granos de granada los había comido obligada. Ahora debía regresar con Hades porque quien comía la comida del Inframundo debía fidelidad allí. Sin embargo, Zeus medió y decretó otra cosa: madre y esposo compartirían a Persefone, pues esta permanecería la mitad del año con uno y la otra mitad con la otra. Esto dió origen a las estaciones: la mitad del año que Persefone estaba con Hades en el Inframundo, correspondía al otoño y al invierno, ya que al estar triste su madre, las cosechas no crecían. Mas cuando ella regresaba con Demeter, esta estaba alegre, la Tierra renacía y llegaban la primavera y el verano. Persefone pues, aceptó con docilidad su destino al ser secuestrada por Hades. Fue lo suficientemente receptiva para comprender que, aunque la había tratado con brusquedad, él la amaba. Hades después siempre quiso y respetó a su esposa, y Persefone llegó a amar a su marido y a sentirse cómoda en su papel de Reina del Inframundo y Guía de los Espiritus. Pero también siguió siendo en parte esa niña hermosa e inocente que jugaba feliz en el regazo de su madre.
Con todo esto, Persefone representa a una mujer que, en su juventud, es despreocupada y no parece tener metas concretas ni interesarse por nada en especial. Como Blancanieves o la Bella Durmiente, ella es la doncella que espera a que un día "pase algo" que la haga cambiar. Sin impulso exterior, a Persefone le resulta difícil madurar. Sin embargo, ante la adversidad se crece, y sorprende como supera todo lo malo. Ella esconde una gran fuerza y sabiduría en su aparente fragilidad, y un gran atractivo tras su fachada de doncella inocente.
Persefone es receptiva por naturaleza, se queda con todo lo bueno y lo malo que le pasa. Ella va creciendo con las experiencias, absorbiéndolo todo y aprendiendo de lo que le rodea. Adaptable, lleva bien los cambios. No mira atrás y se aprovecha de lo que le va pasando para irse transformando poco a poco de doncella que espera en el prado, en Sabia Reina de los Muertos. Su evolución es lenta, le cuesta tomar decisiones y puede dar la impresión de ser más inmadura que otras personas. Pero nada de lo que sucede cae en saco roto, sino que la enriquece, haciéndola más fuerte. Cuando llegan los malos momentos, Persefone sorprende. Al principio, será como la joven diosa al llegar al Inframundo: asustada y tal vez bloqueada. Otros arquetipos, como la resuelta Atenea o la independiente Artemisa, pueden ayudarla a salir de su propio "Mundo Subterráneo", y cuando lo haga, emergerá triunfante. Las malas experiencias pueden hacérselo pasar mal un tiempo, aterrarla o el miedo puede hacer que se bloquee, pero cuando deja atrás todo eso, Persefone demuestra tal fuerza y sabiduría que no solo es capaz de superar sus propios miedos u obstáculos, sino que también puede ser una guía y ayuda para los demás. Persefone es el arquetipo de "hija", la niña dócil y buena que siempre busca agradar a los demás. Nunca protesta ni se rebela activamente, tiene una tendencia a complacer a los demás que, si bien puede ser agradable y bueno para ella en algunas ocasiones, también es una peligrosa arma de doble filo. Esa tendencia a ser tan dócil y complaciente puede hacer que los demás se aprovechen de ella con facilidad, o que alguien con una personalidad más dominante puede querer "moldearla" a su forma y manera. Su excesiva receptividad la hace influenciable, susceptible de ser manipulada por su entorno hasta que ella se diluya. Así, nunca sabrá hacer nada por sí misma, ni descubrirá su verdadero potencial, sobre todo si tiene una madre tan controladora y sobreprotectora como Demeter, o un esposo dominante como Hades. A Persefone le cuesta mucho tomar decisiones y ponerse "manos a la obra". Así mismo, en la mayoría de las ocasiones, sobrelleva bien los malos momentos y los supera, pero a veces, Persefone puede quedarse atrapada en su "Mundo Subterráneo". Ante un momento realmente duro de su vida, o una decisión difícil, puede bloquearse de tal modo que su aspecto de Reina del Inframundo sabia y fuerte no llegue a surgir. En tales casos, ella puede caer en la depresión catatónica, que la impida reaccionar emocional y físicamente, superar ese trauma, y demostrar toda la fuerza que lleva dentro. 